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Expediente X

Escuadrón 731

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Escuadrón 731 (Unidad 731) era una base secreta del ejército japonés que experimentó con humanos. Todo esto pasó durante la Segunda Guerra mundial donde desarrollaron armas biológicas. Cuando hablamos de bioterrorismo no es porque sea un tema de conspiración, porque esta historia es una realidad que salió a la luz hace algún tiempo.

El escuadrón infecta con virus letales a sus presos sin anestesiarse para extraerles los órganos. Los enfermaron de cólera, ántrax, disentería y tifus y luego estudiaban y registraban sus reacciones y cuerpos con el fin de desarrollar armas biológicas y químicas de destrucción masiva. Se comenta que se practicó con al menos 3000 prisioneros de guerra rusos, coreanos y chinos.

Existió entre 1936 y 1945 en la ciudad de Harbin, en el norte de China. La instalación, que se hacía pasar por un departamento científico donde era conocida como Escuadrón 731. Cuando la guerra llegó a su fin, Japón se rindió y Estados Unidos tuvo el control de los archivos militares de los asiáticos durante nueve años.

Expedientes X

Shiro Ishii, fundador del Escuadrón 731

Este médico japonés fue uno de los personajes más controvertidos de la Segunda Guerra Mundial. Sin importarle lo más mínimo la dignidad humana, se valió de la creación del Escuadrón 731 para provocar terribles infecciones bacteriológicas a los prisioneros de guerra.

Estuvo al mando del Escuadrón 731, algunos le apodan el «Mengele» japonés. Sus experimentos fueron más terroríficos que los de Josef Mengele de la Alemania nazi. Este japonés nació un 25 de junio de 1892, se graduó en la Universidad de Kioto en 1920 y fue destinado al Hospital del Primer Ejército de Tokio.

Ishii viajó en 1927 por Europa y Estados Unidos con la finalidad de obtener todos los conocimientos sobre el uso de armas químicas y bacteriológicas que se llevó a cabo durante la Primera Guerra Mundial. El doctor creía firmemente que la guerra moderna sólo se podía ganar mediante la ciencia y su capacidad para producir armas de destrucción masiva.

A su regreso de Europa, se desató una epidemia de meningitis en la región de Shikoku, e Ishii diseñó un filtro especial para el agua que frenó la expansión de la epidemia. Durante varios años, Ishii y su equipo trabajaron en ensayos que combinaban los microbios causantes de algunas de las enfermedades más terribles que habían asolado a la humanidad.

Los experimentos de Shiro Ishii

Para sus “experimentos” utilizaron como conejillos de indias a hombres, mujeres, niños, bebés, ancianos y prisioneros rusos y chinos a los que apodaron maruta (troncos). Las víctimas eran engañadas diciéndoles que se les estaba inyectando una vacuna cuando en realidad lo que les inyectaban eran unos patógenos mortales.

Sometió a sus pacientes a la amputación de brazos y piernas sin anestesia. Se dedicó a congelar y descongelar miembros para arrancarlos posteriormente. Sometieron a los sujetos de estudio a dosis letales de rayos X, los quemaron con lanzallamas, fueron expuestos a gases, los deshidrataron hasta la muerte y les inyectaron sangre de animales.

Tras la rendición de Japón en 1945, las autoridades habían alabado y premiado el trabajo llevado a cabo por Ishii. Derribaron el campo de exterminio y procuraron borrar cualquier huella. Durante los siguientes años, miles de personas murieron a causa de la peste y otras enfermedades infecciosas.

Declaraciones de Yoshio Shinozuka

Yoshio Shinozuka contó que había criado pulgas infectadas en ratas y tifus, ántrax, peste y cólera para usar contra el ejército soviético. La actividad del Escuadrón 731 se mantuvo en secreto en parte debido a que EE.UU. otorgó inmunidad de enjuiciamiento por crímenes de guerra a los médicos a cambio de la información científica recolectada en el programa.

A Washington le preocupaba que esos datos cayeran en manos de Rusia. En cambio, los rusos hicieron lo contrario; llevándose a juicio a 12 militares japoneses del Escuadrón 731 por crímenes de guerra en la ciudad rusa de Khabarovsk en 1949. Seis de los acusados recibieron sentencias de entre 2 y 25 años de prisión. La existencia del Escuadrón 731 supone un capítulo oscuro de la historia de Japón que aún no se ha cerrado.

Aproximadamente un total de 10.363 pacientes fueron asesinados por el Escuadrón 731 en el campo de concentración de Pingfang, así como unas 20.000 en los demás departamentos dependientes en Manchuria. Fueron una de las mayores muertes por tortura del siglo XX.